El viernes por la tarde (tras una mañana de charlas y conferencias de las que ya os hablaré en otro momento) decidimos Haldir y un servidor escaparnos de una cosa que llamaban "musical" y de la que no quisimos ni imaginarnos que era aquello e irnos a Salamanca por nuestra cuenta. Al paseo se nos unieron Vikingo, Telchar y Natalia, Amras tenía cosas que hacer y se vino cuando ya estábamos por la ciudad.Desde donde estábamos hasta el centro de la ciudad era un paseíto de 20 minutos y era muy difícil perderse cuando mirando para la ciudad ves la catedral sobresalir de los edificios. Y para allá nos fuimos.
En la ciudad llegamos a la oficina de turismo que había junto a la Casa de las Conchas y pedí un mapita y que me indicaran donde estaba la estatua de Churriguera, ya con el mapa nos movimos por el casco antiguo a placer. Haldir se compró los ansiados Chochos en una tiendecita junto a la casa de las Conchas y empezó a roerlos y a decir que estaban buenos, siempre ha sido un chico al que le gustan mucho los chochos.
Al llegar a la plaza de la Catedral hicimos lo que llevábamos planeado en secreto desde que nos apuntamos al viaje, ponernos las máscaras que habíamos comprado (la mia la tuve que pedir por correo ya que en Palma no había y en las tiendas que vendían pregúntales tú si te la pueden traer... nada, a pillarla por correo) y hacernos unas fotos en las que dábamos fe de que estuvimos en Salamanca. Lo mejor de todo el asunto eran las caras de la gente que pasaba por ahí que lo flipaban o simplemente se meaban de risa.
Tras la catedral (donde Amras se unió al grupo) nos fuimos a la Plaza Mayor que era donde queríamos de verdad hacernos las fotos y nos las hicimos con las caretas y más risas y más caras de asombro de los paseantes (unos días más tarde comprendimos que la gente de Salamanca tiene más sentido del humor que la mayoría de la gente que asistía a la convención) Tras hacernos las fotos guardamos las máscaras justo a tiempo porque después nos encontramos a gente de la convención que paseaban por ahí (imaginaos que nos pillan con ellas puestas y destapamos nuestra sorpresa para la cena de gala) suerte tuvimos.
En la Plaza Mayor tras buscar el medallón de Churriguera nos fuimos a una confitería que había en la propia plaza a comprar los deseados chochos salmantinos (Haldir no iba a ser el único al que le gustaban) y ahí mientras comprábamos los dulces de azúcar y piedras de rio de caramelo un individuo en forma de pato empezó a gritarnos que lo comprásemos, tras una colecta de 1€ cada uno lo compramos. Dijo llamarse Jonás, en un principio se hizo fotos con nosotros en la plaza y nos obsequió con dulces... (incluso una mora-granada rellena de picapica)pero que si llegamos a saber en lo que nos metíamos comprando a ese "puto pato" no lo hubiéramos hecho, más tarde descubrimos que era de lo mas cabrón que habíamos visto nunca y en la cena de gala ya lo demostró por completo.
Tras unas fotos en la estatua de Churriguera (en la que el puto Jonás no hacia más que meterse siempre en el plano, lo que costó poderme hacer una yo solo ) pillamos el bus y para la residencia.
Al llegar dejamos los trastos y a cenar, sí, a cenar pero no en la convención, nuestra intención era ir de tapeo pero no sabíamos donde así que al final acabamos en el centro comercial comiendo pizza y la verdad, fue la comida junto a la de Ávila más rica del viaje. Al volver (serían las 9 y poco) intentamos acceder al centro y nos encontramos las puertas cerradas y eso que decían que hasta las 10 estarían abiertas. Nuestra intención era saltar la puerta de la tapia pero al final Amras y Telchar se fueron a ver si la otra puerta (por la cual se nos había remarcado muy seriamente que estaría siempre cerrada y que teníamos que entrar por la trasera, la que estaba cerrada en ese momento) estaba abierta. Por fortuna lo estaba y nos abrieron y nos fuimos al espectáculo músico vocal que nos tenían preparado y del que ya os contaré otro día .
